Lindo relato. La B también pasa cerca de mi casa, así que si algún día nos cruzamos, te saludo —la veo difícil si no nos conocemos las caras, pero bueno, a lo mucho quedo como el orto con alguna piba random (?)—. Ojalá algún día puedas vencer esa timidez si es lo que deseás ♥
Hay algo muy honesto en lo que cuentas, en esa forma de viajar sin mirar demasiado, como si observar de verdad fuera exponerse más de la cuenta. El transporte público tiene eso: estamos rodeados, pero a la vez cada uno va en su propio mundo, sosteniendo pensamientos, cansancio, dudas… y a veces mirar es tocar un poco esa intimidad ajena.
Ese “no me animo a mirar tanto” me ha resonado. Porque muchas veces mirar (a los demás o a una mismo/a) implica sentir. Y cuando el cuerpo está agotado o sensible, se vuelve más fácil bajar la mirada y dejar que todo pase sin nombrarlo.
Gracias por contarlo así, con tanta claridad. Ponerle palabras a esos momentos tan simples por fuera y tan cargados por dentro no es fácil, y lo has hecho de una forma que se siente muy real.
Ay dios, ¡Qué sensación tan íntima que es el transporte público! Particularmente el subte, obvio. Siempre te cruzas alguien que te deja boquiabierto pero te haces el fresco, el que jamás mira a los ojos.
Te juro, en mi cabeza el indicado va a venir hacia mí, pero mientras tanto me entretengo mirando. Lo bueno es que es fugaz, no hay que hacerse cargo de nada por más de 30 minutos 🫠
Jajajaj además pensá en la ruptura de la idealización. Era todo perfecto, dulce a la vista, exquisito en el olfato pero escuchaste su voz, qué musica le gusta o qué postura tiene sobre las empanadas con pasas de uva.
Lindo relato. La B también pasa cerca de mi casa, así que si algún día nos cruzamos, te saludo —la veo difícil si no nos conocemos las caras, pero bueno, a lo mucho quedo como el orto con alguna piba random (?)—. Ojalá algún día puedas vencer esa timidez si es lo que deseás ♥
Jajaja aguante la B, a lo mejor nos vemos y una energía substackera nos hace reconocernos. Gracias por leerme y los deseos, ojalá pueda vencerla! 🧡
Hay algo muy honesto en lo que cuentas, en esa forma de viajar sin mirar demasiado, como si observar de verdad fuera exponerse más de la cuenta. El transporte público tiene eso: estamos rodeados, pero a la vez cada uno va en su propio mundo, sosteniendo pensamientos, cansancio, dudas… y a veces mirar es tocar un poco esa intimidad ajena.
Ese “no me animo a mirar tanto” me ha resonado. Porque muchas veces mirar (a los demás o a una mismo/a) implica sentir. Y cuando el cuerpo está agotado o sensible, se vuelve más fácil bajar la mirada y dejar que todo pase sin nombrarlo.
Gracias por contarlo así, con tanta claridad. Ponerle palabras a esos momentos tan simples por fuera y tan cargados por dentro no es fácil, y lo has hecho de una forma que se siente muy real.
Ay dios, ¡Qué sensación tan íntima que es el transporte público! Particularmente el subte, obvio. Siempre te cruzas alguien que te deja boquiabierto pero te haces el fresco, el que jamás mira a los ojos.
Te juro, en mi cabeza el indicado va a venir hacia mí, pero mientras tanto me entretengo mirando. Lo bueno es que es fugaz, no hay que hacerse cargo de nada por más de 30 minutos 🫠
Jajajaj además pensá en la ruptura de la idealización. Era todo perfecto, dulce a la vista, exquisito en el olfato pero escuchaste su voz, qué musica le gusta o qué postura tiene sobre las empanadas con pasas de uva.