para las chicas con diarios
¿qué se puede hacer cuando las palabras se te atoran en la garganta, pero se te escapan por la mano?
Siempre quise escribir.
Emily Dickinson, justo antes de su muerte, le pidió a su hermana menor Lavinia que se encargara de quemar todo su archivo una vez que ella ya no esté. Si bien parte de la promesa se cumplió, ya que toda la correspondencia fue incinerada, la hermana no pudo pasar por alto la gran cantidad de poemas que Emily había escrito a lo largo de su vida. Así, a pesar del último deseo de la difunta, Lavinia siguió su instinto y nos dejó el precioso legado de la obra de Dickinson.
Lejos de la grandeza de esta poetisa, me dedico a escribir constantemente en mis diarios desde que tengo memoria. No me suceden grandes eventos muy seguido, pero igual me empeño en dejar recuerdo de mis días en papel. Tantos años de experiencia en mi solitud, me hicieron pensar que no me haría daño abrir mis palabras a alguien más y así, quizás, encontrar un poco de consuelo.
De los diarios a la web
Nacida en pleno 2003, tuve el placer de disfrutar de las últimas infancias sin un uso excesivo de celulares e internet, y en cambio estuvo repleta de libros, dvd’s y álbumes de figuritas. Entre libretas de Floricienta y Patito Feo, mi primera agenda (que al día de hoy conservo intacta), era de “El club de las libélulas”. Esta reliquia anillada y de tapa dura, contaba con una novedad que me voló mi cabeza de siete años: una hoja guía, justo antes del mes de enero, con las “libelulabras”. Estas eran más de 40 palabras raras que servían como códigos secretos para hablar de otras. Por ejemplo: “abejorro” era el código para referirse al chico que te gusta, mientras que “firulete” era el sinónimo para alguien contento.
Mi agenda, lejos de estar solicitada y repleta de acontecimientos, se deleitaba con garabatos, juegos de ahorcados de palabras como vicentenario (si, con v corta), los números de línea de las casas de mis amigas y un infaltable recordatorio, de lunes a viernes a las 17:30, de que tenía que ver “Super Torpe”. Esta suerte de lenguaje codificado me abrió las puertas de mi joven mundo para entender que por papel podía escribir muchas cosas. Cosas que nadie más que yo entendería, cosas que solo yo podría leer. Cuando crecí volví a encontrar esta agenda y, al releer mis ocurrencias de 2010/11, entendí que también era una manera de preservar mi memoria; y eso era algo que jamás podría dar por sentado.
Un par de años después, con ya una década de edad, encontré en la oficina de mi mamá un cuaderno Rivadavia con tapa color rosa bebé. En este había registros desde mi nacimiento hasta el día en que se me cayó el primer diente. Mi mamá se había encargado de escribir cada vacuna, logro, avance y “primera vez” que iba adquiriendo. Después de la última entrada sobre mi primera visita del Ratón Pérez, casi no hay nada más. Más de la mitad del cuaderno vacío, a excepción de una sola hoja en la que encontré mi propia escritura con fecha de mi cumpleaños de 9 por el agosto de 2013. En ella cuento que me habían festejado el cumpleaños en un salon y había recibido muchos regalos, aunque estaba triste de que mis abuelos no estaban en persona, pero sabía que me acompañaron en el corazón. Tambien redacté:
Y de alguna forma, sin esta pequeña anotación, nunca más habría recordado lo afortunada que me sentía incluso a los nueve años. Me gusta pensar que así, fue un poco cómo empezó todo.
Al día de la fecha, con 21 años, mi colección de diarios ronda la docena. Si bien mis anotaciones no fueron diarias, y en épocas ocupadas falté a la escritura incluso por meses, siempre termino volviendo a la birome y la hoja cuando mi vida se siente abrumadora.
¿Hay alguien del otro lado?
Querida persona lectora, si hasta aca no te aburrí con mis anécdotas nostálgicas que recuerdo con mucha magia, me encantaría que sigamos hablando. No hay nada que me gustaría menos que intentar categorizar mis escritos en esta plataforma, pero sí te puedo prometer que van a ser desde el corazón. Si también disfrutas de los manuscritos, ya sea en formato de diario personal/journaling/scrapbook/etc., sentís una melancolía persistente, tenés muchos sueños que no sabés por donde encararlos o algo de todo esto resonó con vos, me interesas. Charlemos. Chaluleemos (véase “chalulear” en el diccionario de libelulabras).
Esperame junto a la casilla
Tengo un par de amigas alrededor del mundo, una en particular de España. En varias ocasiones, me envió cartas a mi domicilio desde Madrid y pocas cosas se comparan con la emoción que siento al recibir un sobre que sé que tocó sus manos y viajó tanto para llegar hasta mí. Espero que este espacio se sienta de la misma manera, que esperemos el intercambio y en ello encontremos un entendimiento mutuo mientras intentamos vivir. Sin mentir ni exagerar, algunas de las mejores amistades en mi vida, fueron por medio de Internet y en virtud de esos caos y amores que compartimos de por medio.
Así que basta. Si bien nunca voy a poder separarme de mis diarios físicos, quiero intentar este formato donde teclear se vuelve un poco más práctico para los pensamientos dispersos de mi mente. Quiero hablar de muchas, muchas cosas. I hope you join the journey!
¡Mamá, tengo un canal de expresión! Me hice caso, dejé que mis pensamientos vean la luz del sol. O al menos la luz de otras pantallas.
Con amor, Bren.
¡Qué maravilla lo del club de las libélulas! 🧚🏻♀️ Ni conocía su existencia, pero me ha traído un recuerdo que tenía guardado: hace años encontré un libro de mi bisabuelo (sí, ¡una reliquia familiar de las de verdad!) en el que además de collage con flores, y dibujos en acuarela, se intercambiaban notas en código con mi bisabuela. Palabras inventadas, claves, símbolos… su propio idioma del alma.
Desde entonces, siempre he pensado que algo de eso me lo pasaron en los genes. También escribo diarios desde que tengo memoria, hago collages y pinto en acuarela. Por eso leer lo de las “libelulabras” me ha volado la cabeza y el corazón a partes iguales. Qué gusto encontrar estas conexiones que parecen susurrarnos que seguimos una cadena infinita de sensibilidad compartida. 💫
los diarios son de lo mejor que existe